miércoles, 8 de enero de 2014

Puerto Iguazú

Cambiamos de aires. Nos vamos a la provincia de Missiones, donde la tierra es roja. Puerto de Iguazú se encuentra en la punta noroeste de Argentina. Es una pequeña ciudad sin alma, con muchos caminos de barro, un territorio perforado y robado a la selva que lo rodea, sucio y sin visión urbanística, llena de negocios y personas que viven de los turistas que visitan las cataratas de Iguazú. Uno se siente en medio de la naturaleza por la humedad, el ruido y la presencia de animales totalmente desconocidos para los europeos. 


Aquí parece que el ritmo de vida sea más lento, que el lema "los argentinos para cada solución tienen un problema" no se aplique ya. Me lo confirma la propietaria del restaurante "Maria Preta", y ella misma tiene los movimientos más lentos, tarda en traer la cuenta, marca los números en la caja sin prisa, nos explica que el arte del buen asado es asarlo lentamente sobre el carbón y por eso tarda 45 minutos en traerlo. 
El único problema en este lugar es ganar dinero y las cataratas, una de las maravillas del mundo, se lo facilita. He hablado con una habitante que me explica que la ciudad está sucia y mal cuidada por culpa de la mala gestión y la corrupción de las personas que gobiernan la ciudad. No me sorprende y es evidente que el dinero que se gana aquí no favorece a los habitantes. 
Los jesuitas estuvieron aqui, cristianizando a los indios, entre ellos los guaraníes, que todavía estan presentes sobre todo en Paraguay. Hay misiones jesuíticas a lo largo del río Paraná que muestran la importancia de esos religiosos españoles. 

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