lunes, 20 de enero de 2014

Mendoza, un paraiso en el desierto 1: el vino

Mendoza está a dos horas de vuelo de Salta. Desde el cielo la ciudad se ve seca, con tierra rojiza y las grandes cumbres de los Andes al fondo. Antes de la llegada de los incas era un desierto y ellos empezaron un sistema de irrigación mediante diques y acequias que convirtió esta zona en un lugar habitable donde se podía cultivar. Con la llegada de los españoles llegó la vid, la uva que los colonizadores (y sobre todo los monjes jesuitas) plantaron en estas tierras. En el siglo XIX y XX  los argentinos consumían mucho vino de baja calidad y no es hasta los años 1990, cuando la economía argentina era próspera, que los viñedos de aquí pudieron comprar barriles de roble en Francia y Estados Unidos donde guardar el vino y así poder pensar más en la calidad  que en la cantidad de vino.
Luján de Cuyo y Maipu son las zonas de viñedos más importantes de Mendoza. Se visitan y se prueban o catan los diferentes vinos.
El torrontés es un tipo de vid que trajeron los españoles pero que ya no se cultiva en España. En cambio, en Argentina ha encontrado las mejores condiciones climáticas y de altitud para su cultivo. Otro tipo de vid que se cultiva con éxito es el malbec.




Cata en la finca Cecchin, que produce vinos orgánicos:

En la finca Di Tomasso:



Cata en la bodega Kaiken con el volcán y los Andes al fondo:












 











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